“Soy una criatura única. No estoy de casualidad en esta Tierra. Estoy aquí con un propósito, y ese propósito es crecer hasta convertirme en una montaña, y no encogerme hasta parecer un grano de arena”.
Antes de empezar a leer, os invito a reflexionar: ¿te molestan los vendedores? ¿qué tal os lleváis con ellos? ¿cuál es vuestra opinión sobre la venta y sus profesionales? ¿qué valores crees que deben acompañar a la venta, os consideráis vendedores, os gusta venderos?
La verdad es que la mayoría de las personas manifiestan que ni les gusta vender ni se consideran vendedores. La realidad es que todos, de una forma u otra, estamos vendiendo. Si le ponemos consciencia y acción a lo que significa “vendernos, ofrecernos, mostrarnos” podemos sorprendernos de los cambios que pueden producirse en nuestra vida.
Esta reflexión se la dedico a mi padre, ahora sé que él ERA EL MEJOR VENDEDOR DEL MUNDO, porque llevaba la venta desde EL AMOR. ¡Gracias papi por tan linda lección!
Para aportar luz sobre el tema he escogido a un clásico sobre el arte de vender que es El vendedor más grande del mundo, de Og Mandino, editorial Grijalbo. En esta obra, el autor demuestra que la satisfacción y el bienestar provienen del hecho de que el hombre descubra su verdadera personalidad y sus emociones, y sepa aplicarlas en su vida diaria. Cuando esto se consigue, todos los demás beneficios de orden material se logran fácilmente y se abren nuevos horizontes en el “arte de vender”. El libro se divide en diez pergaminos.
Los diez pergaminos
- Uno. Los buenos hábitos son la clave de todo éxito. Los malos hábitos deben ser sustituidos por otros que creen una buena semilla.
- El poder invisible del amor puede abrir el corazón del hombre. Haré del amor mi arma poderosa y nadie a quien yo visite podrá defenderse de su fuerza.
- Tres. Persistiré hasta alcanzar el éxito. Persistiré con la convicción de que cada vez que fracase en una venta, aumentará las posibilidades de éxito en la tentativa siguiente. Toda vez que escuche un no, me aproximará al sonido del sí.
- Soy el milagro más grande de la naturaleza. Soy una criatura única. No estoy de casualidad en esta Tierra. Estoy aquí con un propósito, y ese propósito es crecer hasta convertirme en una montaña, y no encogerme hasta parecer un grano de arena.
- Cinco. Viviré este día como si fuese el último día de mi vida. Hoy acariciaré a mis hijos mientras son niños aún; mañana se habrán ido, y yo también. Hoy abrazaré a mi mujer y la besaré dulcemente; mañana ya no estará ni yo tampoco; hoy le prestaré ayuda al amigo necesitado; mañana ya ni clamará pidiendo ayuda, ni tampoco yo podré oír su clamor.
- Seis. Hoy seré dueño de mis emociones. A menos que mi estado de ánimo sea el correcto, mi vida será un fracaso. Si me siento deprimido cantaré. Si me siento triste reiré. Si me siento enfermo redoblaré mi trabajo. Si siento miedo me lanzaré adelante. Si me siento inferior vestiré ropas nuevas. Si me siento inseguro levantaré la voz. Si siento pobreza pensaré en la riqueza futura. Si me siento incompetente recordaré éxitos del pasado. Si me siento insignificante recordaré mis metas.
- Siete. Me reiré del mundo. De aquí en adelante cultivaré el hábito de la risa, y especialmente me reiré de mí mismo. Me reiré de mis fracasos y se desvanecerán en nubes de nuevos sueños; y me reiré de mis éxitos y quedarán reducidos a su verdadero valor.
- Ocho. Hoy multiplicaré mi valor en un ciento por ciento. Fijaré metas para el día, la semana, el mes, el año y mi vida. Nunca me preocuparé de que mis metas sean demasiado elevadas. No cometeré el terrible crimen de apuntar demasiado bajo.
- Nueve. Todo ello carece de valor a menos que sea seguido de la acción. La acción es mi alimento y bebida que nutrirá mi éxito. La demora que me ha retrasado fue hija del temor. Porque el ahora es todo lo que tengo. Ahora es el momento oportuno, este es el lugar, yo soy el hombre. Procederé ahora mismo.
- Diez. De aquí en adelante oraré, pero mis clamores pidiendo ayuda serán solamente clamores pidiendo dirección. Oraré como un vendedor de esta manera.
Que todas estas cosas sean así, si es tu voluntad. Soy tan solo un pequeño y solitario grano de uva que se aferra a la viña y, sin embargo, me has hecho distinto de todos los demás. En realidad, debe existir un lugar especial para mí. Guíame. Ayúdame. Señálame el camino. Déjame que llegue a ser todo lo que tienes planeado para mí cuando mi semilla fue plantada y seleccionada por ti para germinar en la viña del mundo. Ayuda a este humilde vendedor.
Al término de esta lectura, te invito a reflexionar sobre cómo te vendes a ti mismo, qué te impide ser el vendedor más grande del mundo, qué sientes en ti como algo ÚNICO que puedes ofrecer. Si quieres, te acompaño a que lo descubras desde el amor que hay en ti.