Coaching: charla sobre el tiempo vivido

En estos vídeos compartiremos mi experiencia, experiencias que me han llevado a aumentar mi conciencia de quién soy. Lo vamos a hacer a través de técnicas, herramientas y pensamientos, pero nada de lo que os voy a decir es la verdad, porque yo creo que la verdad no existe. Existen tantas verdades como personas somos y esto ya lo iremos explicando y averiguando a medida que vayamos transcurriendo con estos vídeos.

A mí lo que me lo que me interesa en estos momentos es compartir con vosotros, sobre todo en estos tiempos que hemos tenido que reflexionar bastante con nosotros mismos, y pensando cuál sería el primer contacto, he pensado que puedo compartir con vosotros un cuento que a mí hace mucho tiempo que lo escuché. Era de las épocas más difíciles de mi vida, más oscuras, estaba realmente en un pozo que no veía la salida, no veía la luz.

La verdad es que lo recuerdo en estos momentos y aún se me corta el habla. Cuando lo escuché tuvo bastante influencia en mí y os lo cuento a vosotros. Es evidente que lo vas a encontrar en google y mejor explicado seguramente de lo que lo haga yo, pero os voy a sintetizar el cuento para no alargarme mucho.

El cuento se llama “El buscador”, de Jorge Bucay. Este buscador va recorriendo un camino, busca quién es, busca su propósito, y a medida que va haciendo el camino se encuentra con una ciudad de la cual tiene la corazonada que, en esa ciudad, va a encontrar las respuestas que necesita encontrar, de sus ambiciones, sus sueños a medida…Al ir acercándose, encuentra un lugar donde hay una verja, pasa la verja y hay un espacio con mucha paz. Y empieza a ver una piedra, busca la piedra y ve que hay una inscripción. En la inscripción pone “aquí descansa Yasir, ha vivido 8 años 3 meses y 2 días” y se conmueve, sigue andando y encuentra otra piedra en la cual la inscripción es “aquí descansa Fumet, vivió 3 años 8 meses y 2 días”. De nuevo se conmueve y empieza a llorar y a llorar y no entiende nada, no comprende que lo que pensaba darle todas las respuestas no lo estaba haciendo. Finalmente, se da cuenta que está en un cementerio, pero no cualquier cementerio, uno de niños, no hay ningún adulto, todos han vivido máximo 11 años.

A lo lejos, ve a un abuelo que lo está mirando, se acerca y le pregunta – ¿por qué llora? ¿tiene usted algún familiar aquí? Y le responde: – no, pero no puede ser que en este pueblo haya un cementerio de niños! ¡qué maldición tiene este pueblo que haya tantos niños fallecidos!

El anciano sonríe, lo mira, y le explica que no es ninguna maldición. Le cuenta que, en esta ciudad, cuando llegas a la edad de 15 años, nos regalan una libreta cómo esta, que llevo colgada en el cuello. En una parte de la libreta pone aquello que nos ha hecho disfrutar de la vida, lo que hemos vivido y cuánto tiempo lo hemos mantenido. Por ejemplo, apuntar cuándo encontré a mi primer amor y cuánto tiempo estuve enamorado de él o ella, la pasión que le entregué, 1 semana, 1 mes, 2 días… y lo vamos apuntando y así, al final cuando nos morimos, lo que hacemos con esta libreta es sumar cuánto tiempo hemos vivido. Para nosotros este es el tiempo vivido, no el tiempo de la edad sino el tiempo que hemos vivido.

Yo os pregunto: ¿cuánto tiempo has vivido?